El Reiki se practica mediante la imposición de manos en diferentes partes del cuerpo, con el propósito de canalizar la energía universal y restablecer el equilibrio energético del receptor. Esta energía se cree que fluye a través de los chakras, que son centros de energía ubicados a lo largo del cuerpo. Cuando estos chakras están bloqueados o desequilibrados, pueden manifestarse problemas de salud física o emocional.
El Reiki puede ayudar a aliviar los dolores crónicos como los provocados por la artritis, la artrosis y los problemas lumbares. El Reiki contribuye a reforzar el sistema inmunológico, ayudando al cuerpo a luchar contra infecciones y enfermedades eliminando los dolores musculares. Mejora del estado de ánimo: al equilibrar los campos energéticos del cuerpo. El Reiki puede ayudar a combatir la depresión y otros problemas mentales mejorando la autoestima y la capacidad de concentración ayudando a las personas a dormir mejor y mantener un equilibrio energético espiritual sano.
La fuerza vital universal presente en todo y que se debe manipular es reducir para tratamiento de enfermedades y desequilibrios físicos, emocionales y mentales debidos a desequilibrios energéticos.
La terapia Reiki ayuda a desbloquear los chakras bloqueados alguno de los siete centros energéticos de nuestro cuerpo para así calmar o eliminar molestias y enfermedades, promoviendo la curación total del paciente. Estimula las fuerzas de la regeneración interna y propias.
El Reiki, más que tratar enfermedades específicas, consigue un equilibrio a través de la energía universal. De esta forma, el mismo paciente toma las riendas de su propia sanación.
El paciente se quita los zapatos y se acuesta boca arriba sobre una camilla. Se retiran también los accesorios metálicos como relojes, correas que puedan interferir con la terapia.